El fútbol avanza de manera tan incierta y pesarosa como la economía en el Barça. Los azulgrana cedieron dos puntos después de flirtear mucho rato con la derrota y apuntar a la victoria en unos minutos finales en que el árbitro no vio penalti en una entrada de Espino a Raphinha. Al equipo de Xavi le falta mucho juego para no dejar los partidos en manos de los detalles, de las decisiones de los colegiados y de la suerte, esquiva en el cuadrilátero de Vallecas. El empate sanciona precisamente el inmovilismo de los barcelonistas, que no encuentran el punto de inflexión, todavía demasiado insípidos y apocados, y sobre todo poco finos, para doblegar a rivales complicados como el Rayo.
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Dimitrievski, Lejeune, Balliu, Luis Espino, Abdul Mumin (Pathé Ciss, min. 74), De Frutos (Bebé, min. 68), Unai López (Andrei Ratiu, min. 78), Isi, Óscar Valentín, Trejo (Kike, min. 68) y Sergio Camello (Falcao, min. 74)
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Iñaki Peña, Íñigo Martínez, Cancelo, A. Christensen, Alex Balde, Oriol Romeu (Gündogan, min. 55), Lamine Yamal, Frenkie De Jong, Ferrán Torres (João Félix, min. 55), Pedri (Fermín López, min. 74) y Lewandowski
Goles 1-0 min. 38: Unai López. 1-1 min. 82: Lejeune (p.p.).
Árbitro José Luis Munuera Montero
Tarjetas amarillas Pedri (min. 31), Oriol Romeu (min. 51), Luis Espino (min. 63), Unai López (min. 69), Falcao (min. 89), João Félix (min. 92) y Frenkie De Jong (min. 94)
El Barcelona no supo resolver un partido difícil de jugar por el rival y de afrontar por el catálogo de condicionantes que se daban en Vallecas. No es fácil reconocer al equipo sin Ter Stegen y Gavi -lesionados- ni Gundogan; tampoco la hora (14.00) y el momento parecían los mejores por las secuelas del virus FIFA y la amenaza de un calendario endemoniado (Oporto, Atlético, Girona y Valencia). Y los últimos resultados eran especialmente negativos y lo siguen siendo: Koeman fue despedido después de perder por 1-0, Xavi suma dos derrotas y dos empates y Tata Martino supo que se había equivocado de club cuando fue acusado de perder la posesión con un marcador a favor de 0-4.
Xavi no solo fue sensible a las circunstancias, sino también a la necesidad de recuperar el fútbol después de tres partidos reprobables: Real Sociedad, Shakhtar y Alavés. El técnico agitó la alineación con seis cambios y un plan que evocaba a los orígenes: dos laterales, un mediocentro y dos extremos; 4-3-3. La mayor novedad era el regreso después de dos meses y 10 partidos ausente de Frenkie De Jong. El centrocampista asumió la capitanía sin querer —pareció que ni siquiera sabía que tenía que acudir al sorteo de campo— y se ofreció para construir el juego desde el área de Iñaki Peña, un meta con sólo cinco partidos disputados en el Barça.
La salida de balón es uno de los mayores déficits del plantel de Xavi. Tampoco mejoró de inicio con De Jong porque la línea de pase quedaba interrumpida por las pérdidas de sus volantes y por la excelente presión de los muchachos de Francisco. Lo peor del Barcelona contra lo mejor del Rayo. Aunque tenían más la pelota, los barcelonistas no estaban precisos ni eran rápidos en un partido gobernado por un equipo local tan sincronizado como poco afinado ante el expectante Peña. Las llegadas al arco azulgrana eran frecuentes, aunque no picantes, menos intensas y sin la superioridad numérica de costumbre, igual de jaleadas en cualquier caso por la hinchada de Vallecas.
La única amenaza del Barça era Yamal. El extremo atacaba y regateaba, tan hábil como individualista, demasiado tibio por lo demás en el remate contra Dimitriesvski. Al Rayo, siempre intenso, le faltaba Álvaro García para ser más agresivo por la izquierda, demasiado dependiente de Isi, aturdido por Iñigo Martínez. La falta, sin embargo, generó el gol del Rayo después de un segundo rechazo embocado desde fuera del área por Unai López. El árbitro concedió el tanto por entender que Óscar Valentín, en fuera de juego, no interfería en la acción previa y por tanto anterior a la tardía estirada de Peña.
El 2-0 no llegó porque Balde se anticipó al portero después de un centro de De Frutos. El exterior del Rayo no paraba de superar a un descolocado Cancelo. El marcador obligó en cualquier caso a los azulgrana a adelantar líneas y dejar de remolonear por más que sus dificultades en el repliegue les expusieran a las contras del Rayo. El juego de los azulgrana se aceleró, la circulación mejoró así como la profundidad, y los muchachos de Xavi alcanzaron posiciones de remate mientras se sucedían las faltas tácticas y las pérdidas de tiempo del Rayo.
Aunque las ocasiones se sucedían —Ferran y Pedri no atinaron antes de que Raphinha chutara al poste— el empate no llegó hasta que Lejeune remató en su propia portería después de ser acosado por un inédito Lewandowski. El polaco reapareció para disputar el centro de un buen Balde habilitado por una excelente apertura de Iñigo Martínez. La jugada iluminó un partido sin buen juego, demasiado espectador y discontinuo, peleado con el gol y clavado en el empate, un resultado que explica dónde está el Barça.
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