Si se interpretan debidamente, las estadísticas son una herramienta fantástica para contextualizar hazañas como la que esta temporada ha llevado a cabo en el Mundial de Fórmula 1 la escudería Aston Martin, entregada desde el primer momento a Fernando Alonso, principio y fin de un equipo que hace menos de un año parecía el patito feo y que ahora viste de etiqueta como James Bond, el personaje que más ha hecho por promocionar esta marca de coches de lujo. La sorprendente incorporación del piloto asturiano, de 42 años, como relevo de Sebastian Vettel revitalizó el ánimo de una tropa que salía de un periodo turbulento, tras pasar por distintos cambios de manos hasta la llegada del conglomerado liderado por Lawrence Stroll, un adinerado hombre de negocios canadiense que se hizo con el control de la estructura para buscarle un hueco a su hijo, Lance. Los números del muchacho no han ayudado a quienes, como el propio Alonso, se han empeñado en alabar sus cualidades al volante.
Este domingo, en Abu Dabi (14.00 horas, Dazn), Alonso y Stroll tendrán la última oportunidad para superar a McLaren en la tabla reservada a los constructores, donde la formación de Silverstone figura en la quinta posición, once puntos por detrás de McLaren. Ganar esa plaza supondría una inyección que rondaría los cinco millones de euros, una cifra nada desdeñable si tenemos en cuenta las pérdidas de 50 millones que Aston Martin registró el año pasado. La tarea no parece fácil habida cuenta de que los de Woking han sumado 113 puntos más que su rival en las últimas siete paradas del calendario. Menos aún después de la cronometrada en el Yas Marina, que otorgó a Max Verstappen su 12ª pole del curso, y que colocó el séptimo a Alonso y a Stroll, el 13º.
Al margen del tino que habitualmente ha caracterizado a McLaren en lo relativo al desarrollo de su monoplaza, uno de los puntos fuertes del grupo de los bólidos papaya es la igualdad (y competitividad) de sus dos corredores. A Lando Norris (saldrá el quinto) le busca las cosquillas el joven Oscar Piastri (tercero), que en su debut ha ido claramente de menos a más, hasta el extremo de ser capaz de acumular dos podios y de imponerse en una de las carreras cortas, de los sábados (Qatar), algo que Norris aún no ha logrado. En Aston Martin, la balanza está muchísimo más decantada hacia el lado de Alonso, que marcha el quinto en la clasificación general, empatado con Carlos Sainz (partirá el 16º) a 200 puntos. Eso supone que el ovetense ha firmado el 73% de los puntos de un equipo que, según él “mereció más que nadie esa victoria”, la que, de haberse apuntado él, supondría la famosa ‘33′.
Independientemente de lo que ocurra en el Yas Marina, la temporada de Alonso ha sido su mejor a nivel individual de los últimos diez años. A falta del deseado triunfo, los ocho podios a los que se ha encaramado contrastan con el rosco de Stroll. El rendimiento del bicampeón del mundo con Renault (2005 y 2006) en la mayoría de circuitos ha sido estupendo, con tres momentos estelares en Mónaco y Zandvoort, donde terminó el segundo y a punto estuvo de ganar; y en Brasil, donde nadie sabe cómo consiguió birlarle la tercera plaza a Checo Pérez y su portentoso Red Bull.
Las certezas de Alonso contrastan con la incertidumbre que envuelve a Aston Martin. Sobre todo, después del bajón que sufrió la escudería en el último cuarto de campeonato –el equipo ha sumado solo 58 puntos en las últimas ocho citas–, y coincidiendo con la noticia de la venta de un paquete de acciones a Arctos, un fondo con intereses en la NBA, la NHL y la MLS, y el Liverpool, que hizo saltar las alarmas ante el miedo a una posible espantada de Stroll. Al canadiense no le gusta nada perder en la pista, pero lo que realmente odia es perder dinero.
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