Ningún futbolista ha sostenido la bandera del Barça con más determinación y compromiso que Gavi. Así se explica el abatimiento y la rabia que ha supuesto para el barcelonismo la lesión del centrocampista internacional en el partido que la selección disputó el domingo en Valladolid. El jugador andaluz, formado en La Masia, era el líder azulgrana desde el salto de calidad dado en el último clásico disputado en Montjuïc. Gavi completó una actuación tan sobresaliente en el campo y en la sala de prensa que se ganó el respeto de barcelonistas y madridistas, así como de la crítica, por la lectura de la derrota por 1-2.
El Barcelona dominó el partido hasta que el centrocampista de 19 años reventó y el Madrid alcanzó la victoria con dos goles de Bellingham. “No podemos estar así de empanados”, argumentó, para explicar cómo su equipo había pasado de ganar a perder en Montjuïc. Ya no solo era el azulgrana que más se esforzaba y continuidad tenía sino también el más lúcido y querido del equipo de Xavi. La progresión de Gavi era imparable hasta que el domingo se lesionó en Valladolid.
Había llegado un momento en que nadie preveía que se pudiera lesionar después de disputar 27 partidos seguidos con la selección y 15 sobre 17 con el Barça —solo fue baja por sanción en las citas con el Shakhtar y el Alavés—. A sus 19 años, ya es centenario como azulgrana (111) y desde su debut en 2021 apenas se ha perdido una docena de partidos (se ha alineado en 148), mayoritariamente por enfermedad —covid— o por acumulación de amonestaciones, no por lesión como ahora, vencido ante Georgia.
El barcelonismo se había acostumbrado a la titularidad y también a la inmunidad de Gavi. Ya no solo jugaba por ser Gavi sino que a veces ejercía de Pedri, en ocasiones de De Jong o también de João Félix. El recorrido por las distintas demarcaciones le ha permitido mejorar como futbolista, hasta ser un compendio del modelo de centrocampista del Barça, y demostrar que no solamente es físicamente único sino que también sobresale por su talento, como ya anunció en su día Luis Enrique como seleccionador y corroboraron más tarde Ronald Koeman y Xavi en el Barcelona.
Gavi ha destacado como interior, ha ejercido de falso extremo y últimamente se ha significado como medio centro o, en el argot del equipo actual, jugador que actúa en la base —con o sin cuadrado—, preferentemente junto con Gündogan. El éxito barcelonista en la pasada Liga se explica por el dominio de las áreas, con Ter Stegen y Lewandowski en las dos puntas, y por la influencia en el juego de futbolistas como Busquets y Gavi. El centrocampista de Los Palacios reaccionó muy bien a los cambios de posición y no le importó jugar con una ficha provisional a causa de los problemas financieros del Barcelona.
Nadie sabe ahora cómo responderá a una lesión que le llega de improviso si se pregunta a quienes le conocen en la Ciudad Deportiva. Ni siquiera ha contestado a los mensajes de alguno de sus amigos más próximos después de pasar por el vestuario y ser consolado por sus compañeros mientras seguían las muestras de cariño de los internacionales, y especialmente de los del Real Madrid, con los que ha confraternizado en la selección de Luis de La Fuente. Aquel chico al que le gustaban el fútbol, las chicas y el helado McFlurry de McDonald’s se siente hoy en fuera de juego sin el balón de la misma manera que el Barça está huérfano sin Gavi.
El volante andaluz es un jugador capital por su carácter y también por su juego, “el alma” y también “el corazón” del equipo, si se atiende a la definición de Xavi. Gavi tiene una competitividad extrema, responde al prototipo del futbolista moderno por su intensidad y dinamismo, seguramente es el más agresivo del plantel, destacado en la presión y en la recuperación, y por tanto de los que más balones intercepta, más duelos gana y en más jugadas divididas se impone, diferencial en un bloque con tendencia a la pusilanimidad como es el Barcelona.
El déficit en la presión, muy evidente en los últimos partidos de los azulgrana, aumentará seguramente en ausencia de Gavi. El técnico deberá corregir los mecanismos defensivos, el juego sin balón, al tiempo que le tocará revisar también el fútbol de ataque, afectado igualmente porque el jugador andaluz había mejorado mucho en el control, el pase, la precisión y la pulcritud con la pelota, como se advirtió ante el Madrid. Gavi dejó de ser un futbolista de choque para convertirse en un generador de juego hiperactivo e imprescindible para Xavi.
La pasión de Gavi ha sido tan contagiosa en el barcelonismo como lo es la frustración desde que supo que no volverá a la cancha durante la presente temporada y se supone que tampoco jugará la Eurocopa y los Juegos Olímpicos. “No será fácil aguantarle”, argumentan en el Barça. “Su hábitat natural es el campo y la palabra rendición no existe en su diccionario, ni vital ni futbolístico, así que después de ser operado el próximo martes, empezará la cuenta atrás para volver a sentirse futbolista. Así es Gavi”. Un jugador cada vez más importante, influyente, carismático y hasta querido por sus rivales como se vio en el clásico y después de la cita de Valladolid.
La lesión de Gavi ha dolido tanto que incluso quienes antes pedían su expulsión del campo por combativo y reiterativo en las faltas ahora claman por su rápida recuperación. La solidaridad es prácticamente unánime con el jugador por su compromiso con la camiseta que viste, líder además del Barça desde el último clásico en Montjuïc.
No será fácil dar con un sustituto porque no tiene réplica posible en el mercado de las distintas ligas de Europa. La secretaría azulgrana estudia distintas alternativas a petición del entrenador, como podría ser, por ejemplo, la incorporación como cedido de Lo Celso. Hay la opción igualmente de fichar a un medio centro, puesto que igualmente ha quedado al descubierto sin Busquets, o queda el recurso de la cantera de la Masia con jóvenes ya conocidos (Aleix Garrido y Unai Hernández).
La sensación, en cualquier caso, es que el impacto que supone la ausencia de Gavi tiene difícil remedio cuando el calendario se empina para el Barcelona. Los partidos contra el Rayo, Oporto, Atlético y Girona exigían de futbolistas con la entrega del joven de Los Palacios. No le queda más remedio a Xavi que inventar una formación sin el jugador que daba sentido a derrotas incluso ante el Madrid. Nadie personificaba mejor el momento de supervivencia del Barça que Gavi.
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