El peculiar estadio del Braga, una joya arquitectónica con solo dos gradas que no convence al fútbol | Fútbol | Deportes

El peculiar estadio del Braga, una joya arquitectónica con solo dos gradas que no convence al fútbol | Fútbol | Deportes

Es difícil encontrar un estadio de fútbol en la élite de Europa con un diseño más singular que el del Braga, rival del Real Madrid este martes en la Champions (21.00, Movistar). Construido sobre una antigua cantera al norte de la ciudad, solo tiene dos empinadas gradas laterales, el marcador cuelga de una roca en un fondo y las cubiertas de ambas tribunas se unen a través de 34 cables dobles. Un recinto muy peculiar, con capacidad para 30.000 espectadores, que acercó a su arquitecto, Eduardo Souto de Moura (Oporto, 71 años), al prestigioso Premio Pritzker, recibido en 2011 de manos de Barack Obama.

La creación solo tiene un problema: que no convence al club ni a los aficionados. Es incómodo y frío, de temperatura y de ambiente futbolero, se quejan a pie de calle. Algo parecido, según sus detractores, a ponerse cada día para trabajar un vestido de alta costura. Muy bonito y original, pero… La entidad ya propuso hace tres años trasladarse a la zona de su antiguo campo, el 1º de Maio. De momento, sin éxito. “El estadio también hay que entenderlo”, puntualiza Souto de Moura con mucha calma en un hotel de Madrid, antes de recibir el pasado viernes la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes “en reconocimiento a una trayectoria que alcanza la dimensión de la poesía”.

No entendía nada de fútbol, viajé a muchos sitios e interpreté el estadio como un teatro

Eduardo Souto de Moura, el arquitecto

“Cuando me lo encargaron [para la Eurocopa 2004], no entendía nada de fútbol”, explica el arquitecto. “Viajé a muchos sitios, también al teatro de Epidauro, en Grecia, y llegué a la conclusión de que lo importante era la retransmisión por televisión. Yo interpreto el estadio como un teatro porque el fútbol es un espectáculo. A mí no me interesaba gente detrás de las porterías”, defiende Souto de Moura, que en su momento se reunió con la UEFA y la FIFA para ver si era un problema que el estadio solo tuviera dos gradas y los organismos le respondieron que podía tener dos o seis mientras el resto se ajustara a las reglas.

El diseñador acepta de buen humor las críticas, reconoce que los elogios han sido más internacionales que nacionales, y admite algunos defectos, como el frío que hace –”es un canal de viento”- y la escasez de ascensores. Pero, sobre todo, reivindica su obra. “Tiene una gran visión, unas vistas muy bonitas [a través de uno de los fondos se ve la ciudad], y una acústica fantástica. Figo metió un gol y le sorprendió mucho cómo sonó”, destaca.

El Ayuntamiento, su dueño, se muestra abierto a venderlo a un “precio razonable”

A pie de calle, no obstante, las opiniones cambian. “De los que van siempre, no creo que haya un 10% a los que les guste”, asegura Filipe Fernandes, un ingeniero de 30 años que lleva uno de los perfiles de aficionados del Braga más activos en la red social X, Bancada Braguista. “Es un tema polémico en la ciudad y es muy habitual escuchar a gente que no acude porque es poco confortable. Con el buen tiempo, está bien. Pero en invierno… Yo soy joven, pero si tienes más edad o problemas de salud, resulta muy incómodo”, apunta este hincha que no reniega de la belleza de la instalación, pero lamenta “la atmósfera fría dentro” y la “falta de servicios fuera”. La entrada habitual ronda los dos tercios, aunque la excepcionalidad del Madrid sí ha agotado las localidades.

Vista lateral del estadio desde un fondo, sin tribuna.getty

El recinto, conocido como A Pedreira (la Cantera), fue una de las obras más caras de la Euro (unos 200 millones) y sigue siendo de titularidad municipal. Entre los aficionados y en los despachos es un tema abierto en Braga. El club ya presentó un plan en 2020 para marcharse de allí y construir un nuevo estadio en el solar del 1º de Maio, su vieja casa en el centro de la ciudad hasta el traslado en 2004. Sin embargo, el Ayuntamiento, que también es dueño de este campo, no dio el visto bueno. Y ahora la cuestión abierta es una posible venta de A Pedreira. Así lo reconoció la semana pasada el alcalde, Ricardo Rio, que exigió “un precio razonable”. En los últimos meses, la prensa lusa ha llegado a vincular esa posible operación con Qatar. Este periódico se puso en contacto con el Consistorio, que rechazó responder a preguntas.

El expresidente de Estados Unidos creyó que se había levantado sin tribunas en los fondos para que la gente pudiera ver los partidos desde fuera

“Esto es business”, describe con una sonrisa Eduardo Souto de Moura. Lo suyo, dice, es la arquitectura y él quedó tan satisfecho que lo considera su mejor creación junto al metro de Oporto. Y, además, de la que más ha cobrado. “Estuve 15 años de litigios y me han tenido que pagar los intereses de todo este tiempo. Imagínese. Nunca recibí tanto por una obra, pero por los intereses”, puntualiza.

El estadio, abierto en ambos fondos, da lugar al debate en la ciudad y, en su momento, también a una confusión de Obama cuando le entregó el Pritzker. “Yo había contado que, cuando era niño, mi padre me llevaba al antiguo campo. Tenía una montaña y los pobres se subían allí para ver el fútbol. Esto se lo debieron decir a Obama y él entendió que yo había diseñado el estadio abierto para que la gente viera los partidos desde fuera. Cuando me dio el premio, me dijo que había hecho un estadio muy democrático”, cierra.

Detalle de una tribuna junto al muro de piedra de una antigua cantera.
Detalle de una tribuna junto al muro de piedra de una antigua cantera.Andreas Rentz

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