Es un universo blanco que invita a flotar. Las tablas de esquiar, de gran anchura, apenas parecen en contacto con la nieve fría, suelta, y el esquiador fluye deslizándose a gran velocidad, despegando de pronto, girando en el aire, volando, retomando después el contacto con un manto inmaculado. Todo es blanco en esta estación de esquí, un mundo prístino en este espacio de pistas pensado por los blancos para los blancos. Pero Dennis Rannalter es negro. Y poco importa que sea uno de los dioses del esquí freeride, porque al final del día (incluso de un grandioso día de saltos y vuelos) cuando llega a la cafetería de la estación, sigue siendo el hombre de piel morena en el que todos clavan su mirada sin disimulo. El racismo arruina vidas, incluso la de los triunfadores, y no hace falta que medien amenazas, insultos o agresiones. Dennis Ranalter (29 años) tiene la nacionalidad austriaca, la misma que su madre, blanca, y la que adquirió al casarse su padre, oriundo de Ghana. Ranalter sabe que es D-Ran, su apodo, un admirado freeskier capaz de inventar y ejecutar coreografías en la nieve que asombran al público: de hecho reconoce que incorpora trucos y estética de otros deportes como el patinaje para crear una firma única. Además, logra que lo extremadamente difícil parezca al alcance de cualquiera, pero esto es solo un espejismo. Pero Ranalter desconoce todo acerca de su verdadera identidad y al final de cada día se pregunta cómo sería su vida de haber nacido blanco. Cómo sería saber que uno no es, a simple vista, diferente. Pero diferente en el peor sentido que cabe imaginar, el que discrimina automáticamente.
Una productora de cine de montaña, Legs of Steel, le propuso descubrir el país de origen de su padre, viajar por vez primera a África al encuentro de una parte de sus raíces, puede que al encuentro de sí mismo, también. El viaje no contempla solo la búsqueda de cierto autoconocimiento, sino que es al mismo tiempo una oportunidad única de extraerse de un entorno monocolor, asfixiante, perfectamente descrito en el documental por uno de los amigos de infancia de Dennis: “Vivimos en un lugar de valles profundos, estrechos, como las mentes de muchos de los que aquí residen”, explica, y su sonrisa inculpatoria deja en evidencia una forma de racismo tan silenciosa como destructora.
Vanessa Spanbauer, historiadora y periodista, recuerda en el metraje titulado Descendance que la discriminación racista es un comportamiento que no crece de forma casual: “El racismo es un sistema, una ideología, que coloca a los negros por debajo de los blancos. No es algo natural, normal, sino que es un comportamiento aprendido en el seno de algunas familias, escuelas o a través de la prensa y del que a veces es difícil escapar”. En Austria resulta complicado no atender los deportes de invierno porque el entorno te lleva a su encuentro. Así empezó Dennis a esquiar, con tres años, para seguir coleccionando experiencias en casi todos los deportes invernales… hasta que escogió los esquís. “Hasta que cumplí 10 años no supe que ser negro podría ser un problema para algunos… la verdad es que no encajo en el molde del austriaco típico”, reconoce el atleta.
Criado en una de las zonas más montañosas del centro de Europa, Ranalter recuerda como una pesadilla el primer agravio (¿ataque?) que sufrió en la calle, un niño insultado por su color al que nadie quiso defender. Todos miraron hacia otro lado, siguieron caminando, entrando en las tiendas, ajenos a la soledad del único crío de color de la comunidad. Enseguida, Dennis buscó refugio en las montañas, a solas con sus esquís y sus amigos, empeñado en crecer, en dominar un arte, en demostrar que él también podía ser alguien… pese a sus orígenes. “Tienes que demostrar que eres mejor que el color de tu piel, porque ser tú mismo no es suficiente”, advierte.
Con 13 años, le echaron de la telesilla, hecho que no podrá olvidar jamás: la vergüenza, la incomprensión, la soledad del momento se antoja una pesadilla recurrente. Todavía escucha preguntas como “¿de dónde eres verdaderamente?”. De niño, llegó a querer esconderse, alejarse de las pistas para que nadie lo ridiculizase, para no verse solo de nuevo. Sus amigos lo arroparon y él puso todo su “esfuerzo, ira y motivación en el esquí”, empeñado en que nadie le apartase de un camino que, estaba seguro, podía emprender.
Sus padres se separaron al poco de cumplir Dennis 10 años. Su padre dejó el valle y durante tiempo se perdieron de vista: “Sentía vergüenza de tener un padre africano, no estaba orgulloso de mi mitad negra”, reconoce. Pero para viajar a Ghana recurrió a su progenitor, quien le explicó los orígenes de la familia y le presentó a su abuela. Pasó dos semanas en el país africano. Fue una catarsis. Aunque sabe con certeza que su viaje no altera en absoluto la posibilidad de verse afectado por cualquier tipo de discriminación racista, ha logrado “estar orgulloso” de sus orígenes. Saber quién es. El documental, una rara avis en el mundo de las producciones de esquí, tardó dos años en rodarse y fue apoyado por Phil Young, fundador de The Outsiders Project (plataforma independiente que busca ofrecer un nuevo enfoque y relato para las actividades al aire libre) y defensor de la diversidad y de la inclusión a través de las actividades deportivas en el medio natural. Su influencia ya se está dejando notar en los departamentos de mercadotecnia de firmas norteamericanas de equipamiento de montaña, que empiezan a dejar atrás el discurso del medio ambiente para abrazar la defensa de las minorías dentro de su estrategia de ventas.
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