Anotado el triunfo contra Cameron Norrie, que guía además a Serbia al cruce de las semifinales del sábado contra Italia, Novak Djokovic se dirige al banquillo y saca mentón en dirección a los suyos, que jalean al número uno enfervorizados: aquí estoy yo, listo para ganar. Un día más. Y son 44 triunfos en la Copa Davis, lo que le convierte en el representante de su país con más victorias (44) en la competición. Es decir, otro récord. No hay día que Nole no atrape una recompensa ni que ofrezca una exhibición de cómo competir, de cómo devolver siempre una más, de cómo adaptarse sobre la marcha y por mucho que el calendario diga que sigue peloteando a 23 de noviembre, después de otro curso tan excitante como exigente. Tan solo cuatro días después de elevar su séptimo trofeo maestro en Turín, el balcánico suma y sigue: doble 6-4, y Serbia a dos peldaños de la gloria negada desde 2010, fecha de su primera y única conquista hasta ahora.
En septiembre, cuando intervino por última vez con su selección, Djokovic no se fue del todo satisfecho de La Fonteta de Valencia. Cumplida la misión grupal, en lo individual le quedaba la espina de no haberse convertido ese día en el tenista serbio con más triunfos, récord en propiedad de Nenad Zimonjic desde abril de 2017, cuando este venció de la mano del actual capitán, Viktor Troiki, al dúo formado por Pablo Carreño y Marc López. Sin embargo, en esa última aparición él y Nikola Cacic pincharon contra el dobles checo y se le quedó un regusto agridulce por el empate, inconformista como es. Quería también esta muesca y ya la tiene, obtenida además a lomos de una secuencia asombrosa: son ya 21 triunfos individuales consecutivos en la Copa Davis. No cae Djokovic desde 2011, cuando se retiró durante el pulso contra el argentino Juan Martín del Potro.
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