El Open de Australia reveló en enero un dato más que significativo: con 11 representantes entre ambos cuadros, el tenis español retrocedía hasta 1996. Y venían sugiriendo los resultados del año anterior la pérdida de músculo; no en la primera línea, sostenida por Rafael Nadal durante casi dos décadas y en los últimos tiempos por Carlos Alcaraz, pero sí en la segunda, tan importante y necesaria; seguramente, el mejor baremo para calibrar la salud nacional. En España hay muchos y buenos tenistas, la cantera sigue produciendo —hay más torneos de base que nunca y el registro de licencias federativas se mantiene— y la ascensión del murciano proyecta un suculento porvenir en términos de éxito, pero los resultados vienen resintiéndose y la tierra batida, termómetro por antonomasia, constata la nueva realidad: hay déficit.
El despegue de la semana pasada en Montecarlo ya ofreció pistas en el territorio masculino. Únicamente cuatro jugadores accedieron al cuadro principal, pero Alcaraz no pudo competir por una dolencia en el antebrazo y Roberto Bautista, 36 años ya, fue el que llegó más lejos: segunda ronda. No difiere demasiado la escena femenina, donde las tenistas españolas tampoco consiguen abrirse paso hacia las estaciones finales de los torneos. Ahí está Paula Badosa, peleando para no desaparecer del top-100 y sufriendo hoy por una rotura muscular, además de la columna. Ella, teórica primera espada por su potencial, pierde peso y desconoce si llegará a jugar en Madrid próximamente. Antes, lo sucedido en Barcelona incide: no es un buen momento. El Godó, poco menos que un erial.
Por primera vez en 35 años, desde 1989, el tenis español no ha contado con ningún representante en los cuartos de final. La fase de acceso ya insinuó que se avecinaba una edición complicada —ninguno de los ocho opositores logró el pase— y después, bastaron cuatro días para eliminar todo rastro. Ocho empezaron el torneo —cuatro de ellos invitados: Bautista, Ramos, Rincón y Landaluce— y la mayoría de ellos ha protagonizado un trazado corto. Solo Bautista, Roberto Carballés y Alejandro Davidovich progresaron hasta los octavos, pero los tres fueron eliminados. No superó el corte de la segunda ronda Nadal, en su día rodeado de pretorianos y que ahora, de salida, cede el testigo a Alcaraz, más bien desprotegido el murciano.
Él fue el último en alzar un trofeo el curso pasado (Wimbledon) y el primero y único en haber logrado uno este año (Indian Wells). Pero no se trata solo de una cuestión de triunfos, sino de presencia. Los ocho jugadores presentes en Barcelona suponen la cifra más baja desde 1978 y hoy día, cuesta mucho imaginar un potencial ganador más allá de Alcaraz; en cambio, el historial del torneo catalán refleja a Ferrero, Moyà, Robredo, Verdasco como alternativas a Nadal desde la entrada en el nuevo siglo. Estuvo cerca de conseguirlo Davidovich hace dos años, cuando cedió contra el griego Stefanos Tsitsipas; pero, aparte de ese episodio, nada más. Regresión, dicen los hechos. Dos representantes en el top-50 —el malagueño y Alcaraz— y ninguna en el circuito de la WTA. La vieja guardia ha ido dando el paso a un lado y a la remesa intermedia le está costando dar un salto de calidad.
En cualquier caso, defienden algunos expertos, la situación requiere de tiempo. “Hemos vivido una época dorada, y ahora es necesaria una transición. No pasa nada, es algo lógico. Ahora hay jugadores buenísimos, lo que pasa es que hemos tenido tantos top-10 y top-20, que lo demás sabe a poco. Estamos malacostumbrados”, tranquiliza el director del torneo y capitán de la Copa Davis, David Ferrer; “hay jugadores muy buenos, de verdad. Yo considero que los que están en el top-100 están capacitados para ganar buenos partidos y dar alegrías. Es verdad que con Rafa la gente se acostumbró a ganar, así que cuando Almagro, Feliciano, Verdasco o Ferrer ganaban algo no tenía tanta repercusión, pero era normal. Tenemos un buen futuro. A mí me gusta mucho Martín Landaluce [18 años] y también está Pablo Llamas [21]. Démosles tiempo”.
Entretanto, la jornada de este viernes perfiló las semifinales del Godó. Stefanos Tsitsipas, reciente campeón en Montecarlo, sufrió de lo lindo para imponerse a Facundo Díaz Acosta, que dispuso de dos bolas de partido y al final se quedó sin recompensa: 4-6, 6-3 y 7-6(8), tras 2h 32m. El griego, finalista en tres ocasiones (2018, 2021 y 2023), se medirá este sábado (no antes de las 16.00, Teledeporte y Movistar+) con Dusan Lajovic (6-4, 3-6 y 6-2 a Arthur Fils). Antes (13.30) chocarán el noruego Casper Ruud y el argentino Tomás Martín Etcheverry, superiores en los cuartos a Matteo Arnaldi (6-4 y 6-3) y Cameron Norrie (7-6(4) y 7-6(1), de manera respectiva. Durante el transcurso de la jornada, la organización del torneo barcelonés homenajeó al juez brasileño Carlos Bernardes, uno de los más carismáticos del circuito y que, a sus 58 años, después de más de tres décadas, cerrará su carrera en lo alto de la silla.
NADAL, DEL GODÓ A MADRID SIN TREGUA
A. C.
Menos de 48 horas después de su despedida en el Godó, Rafael Nadal ya estaba peloteando en la pista de la Caja Mágica de Madrid, donde si no hay contratiempos de última hora, competirá la próxima semana. El mallorquín, de 37 años, publicó unas imágenes del entrenamiento de este viernes. La última vez que pasó por el barrio de San Fermín fue en 2022, cuando fue derrotado por Carlos Alcaraz en los cuartos de final. El año pasado no pudo hacerlo a raíz de la lesión en el psoas ilíaco que le obligó a pasar después por el quirófano.
Por otra parte, Paula Badosa es duda para la cita española. La catalana sufrió una “pequeña rotura” en el aductor durante el pulso con Aryna Sabalenka en Stuttgart. “No están siendo momentos fáciles para mí”, admite, a la vez que se trata de este último percance físico con el objetivo de poder saltar a la pista en Madrid, uno de sus torneos predilectos. Cabe recordar que la de jugadora de Begur —93ª del mundo, pero virtualmente la 99ª a partir del lunes— también arrastra una lesión importante en la espalda desde hace un año.
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