Era el gol que anhelaba gritar toda Colombia, y llegó por partida doble ante el más formidable de los rivales. Electrizante, Luis Díaz tumbó este jueves a Brasil con dos certeros cabezazos sobre el final del partido que dedicó a su padre, libre y emocionado hasta el llanto en la tribuna del estadio Metropolitano de Barranquilla. A punta de desbordes y entrega, el extremo del Liverpool se reivindicó como un indiscutible en su selección, que nunca antes había vencido a los pentacampeones del mundo en las eliminatorias sudamericanas y que lo hizo remontando el tanto tempranero de Martinelli. La catarsis colectiva fue redonda.
Todas las miradas estaban puestas sobre la delgada figura de Lucho Díaz. Era el primer partido del escurridizo atacante del Liverpool con su selección desde el secuestro de su padre, Mane Díaz, por la guerrilla del ELN, que lo liberó hace una semana después de 12 días de cautiverio. El episodio ha desatado un clamor en contra del secuestro, el gran trauma nacional, y dominó el ambiente previo al juego por encima de cualquier valoración deportiva. El martes, padre e hijo sostuvieron por primera vez desde entonces un emotivo encuentro en la concentración del equipo.
El Metropolitano arropó con cariño al siete, que respondió con una energía inagotable. Mane, el padre, se dejó ver enfundado en la camiseta amarilla entre el público mientras el hijo derrochaba velocidad, técnica y regate sobre el césped. Como de costumbre, se mostró dispuesto a comerse el mundo, y al final lo consiguió. “Hemos pasado por momentos duros, pero la vida te hace fuerte y valiente”, dijo Lucho Díaz nada más acabar el partido al lado de James Rodríguez, el capitán. “Este es un grupo de muchos hermanos”, lo complementó el diez del São Paulo, que también ha pedido la libertad de todos los secuestrados. “El pueblo colombiano es gente buena, echada pa’lante”, remató.
El atacante guajiro se sentía doblemente local, pues en Colombia jugaba en el Junior de Barranquilla hasta 2019, cuando lo fichó el Porto. En Portugal explotó en apenas dos años y lo compró el Liverpool por 45 millones de euros. En la selección, se asentó con una sensacional Copa América 2021, en la que metió cuatro goles en cinco partidos, uno de ellos de tijera justamente a Brasil.
El partido, sin embargo, se puso muy pronto cuesta arriba. Colombia mantenía hasta este jueves la deshonrosa marca de nunca haberle ganado un partido de eliminatorias a Brasil, y en Barranquilla se dejó arrinconar desde el arranque. La intensidad inicial del equipo de Fernando Diniz fue apabullante. Vinicius se las arregló para desquiciar a la defensa cafetera, y ya en el primer minuto había tirado afuera un cabezazo franco. Fue apenas un aviso del gol, cuando Martinelli empujó con la punta otra incursión en el área del extremo del Real Madrid. Los locales se vieron obligados a remar contra corriente cuando no habían pasado siquiera cinco minutos de zozobra.
La seleção, en crisis, llegó mermada por un rosario de ausencias. Se plantó sin Neymar, Casemiro, Richarlison, Gabriel Jesús o Militão. Tampoco Ederson, su arquero titular, relevado por Allison, compañero de Díaz en el Liverpool. Colombia, que no ha perdido desde que es dirigida por Néstor Lorenzo, tampoco pudo contar por suspensión con una pieza fundamental, Jhon Arias, recién coronado campeón de Libertadores con Fluminense. El extremo estará de regreso el martes en Paraguay.
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De a poco, de la mano de James y Lucho, que nunca dejaron de intentarlo, Colombia despertó, niveló el juego, se adueñó del balón y asedió el arco brasileño. Comenzaron a sucederse las aproximaciones locales, con remates de Carrascal, Lucho, James y Castaño, todos desviados o atajados por Alisson. Díaz incluso se lanzó en una cabalgata que habría acabado en un tanto de antología sin el cierre providencial de la defensa verdeamarilla (que jugó con su albiazul uniforme visitante) cuando ya se plantaba frente al portero. La necesidad colombiana desembocó en un intercambio descontrolado de golpes, sin acierto de los atacantes. Vinicius, desequilibrante en los primeros minutos, dejó huérfano de figuras a Brasil antes de la media hora, cuando salió lesionado por lo que parecían problemas musculares.
Colombia no se rindió, con carreras y remates de Lucho, siempre Lucho, que acababan fuera por muy poco o en los guantes de Alisson. En la otra área, el palo devolvía, rebelde, un disparo de Raphinha. Díaz se tocaba la pierna y parecía destinado al cambio cuando a los 75 minutos cazó un centro al área que rescataba el invicto de Colombia bajo el mando de Lorenzo. Tres minutos después repitió la hazaña ante un balón bombeado de James, para coronar la improbable remontada mientras Mane se desvanecía fugazmente en las gradas por tanta emoción. Los Díaz celebran después de haber superado el martirio y Colombia asciende con nueve puntos al tercer lugar de la tabla. Por encima, ni más ni menos, que de Brasil.
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