Kelvin Kiptum cruzó la meta de Grant Park, ya como nuevo plusmarquista mundial (2h 35s), y saltó a los brazos de Carey Pinkowski, el director del Maratón de Chicago, como si fueran una de las 26 parejas de corredores enamorados que se casaron la víspera de la carrera en el edificio Wrigley. Los jefes de Nike, mientras, se frotaban las manos en los cuarteles generales de la marca en Oregón porque solo 14 días después del golpe de Estado de Adidas, que les arrebató el récord del mundo femenino de maratón (Tigist Assefa lo destrozó en Berlín) con una zapatilla ultraligera, de solo 136 gramos, un atleta de su marca se colocaba a las puertas de una de las fronteras más míticas del atletismo: las dos horas en el maratón.
Nike y Adidas andan enzarzados en un pulso que casi recuerda la carrera espacial. Las dos multinacionales pelean por tener la zapatilla más rápida del mercado, esa que buscarán los corredores sin importarles el precio, en el caso de la Adizero Pro Evo 1 de la marca alemana, 500 euros. El nuevo prototipo de Nike, el Alphafly 3, el que usó Kiptum en Chicago y también Kipchoge en su quinta victoria en Berlín, no saldrá al mercado hasta enero.
“Pero a mí me da rabia que se ponga todo el foco en el calzado”, protesta Luismi Martín Berlanas, explusmarquista español de los 3.000m obstáculos y entrenador de destacados maratonianos españoles como Tariku Novales o Yago Rojo. “Parece que el trabajo de los entrenadores y, sobre todo los atletas, quede en segundo plano. Y eso es algo muy fácil de rebatir porque estamos hablando de Kelvin Kiptum, que ha borrado a Kipchoge, ni más ni menos, y que nos permite pensar en lo que parecía inimaginable, que un hombre baje de las dos horas en el maratón. Pienso que si hubiera corrido en Valencia o Berlín con una liebre que le aguantara más allá del medio maratón, ya lo habría conseguido”.
El exatleta viene a decir que un Fórmula 1 no vale de nada sin un buen piloto. Y Kiptum, de 23 años, ha demostrado en los últimos diez meses que es el mejor. Tres maratones, tres victorias. Los dos primeros, por debajo de las dos horas y dos minutos, el tercero a poco más de medio minuto de las dos horas. Ni Kipchoge, que venía de ser una estrella en la pista, explotó tan pronto. El doble campeón olímpico de maratón perdió en su segunda aparición en la distancia y necesitó once carreras para batir el récord del mundo.
“Kiptum ha llegado para romper con todo. Ves lo que hace y te entra la risa. Echa abajo cualquier teoría que tuvieras sobre el atletismo, el entrenamiento, las cargas, los plazos de recuperación… Hay ciertos atletas que periódicamente te rompen los esquemas. A muchos nos pasó con los 19,32s (en los 200m) de Michael Johnson en Atlanta 96. O el día que Kevin Young bajó por primera vez de los 47 segundos (en los 400m vallas) en Barcelona 92. Ves esas cosas y piensas: ¿Pero esto qué es? Pues lo de Kiptum va más allá de todo esto”, explica el entrenador madrileño.
Kiptum y las nuevas zapatillas han derribado el Muro, el famoso punto, entre el kilómetro 30 y 35, en el que muchos corredores se derrumbaban, en el que decaían los ritmos y se escapaba el objetivo final. Las zapatillas con placa de carbono y espumas reactivas permiten llegar más entero de músculos y tendones a ese momento, y ahora casi todos los grandes maratonianos corren en negativo, hacen más rápida la segunda mitad de la carrera que la primera. Aunque Kiptum ha dado una vuelta de tuerca y corre más rápido donde antes estaba el muro, como en Chicago, donde marcó un parcial asombroso de 13m51s del kilómetro 30 al 35 y otro de 14m01s del 35 al 40. Un 10.000 en 27m52s, algo que no ha logrado ningún español -correr un 10.000 de pista en ese tiempo- en todo 2023.
Diego López, copropietario de Bikila, una empresa con 16 tiendas de deportes repartidas por toda España, está convencido de que el corredor ve esas marcas y sale después a buscar los modelos que han usado. “Un porcentaje altísimo, sobre un 80 o 90% de los que van de la mitad para adelante en los maratones, llevan zapatillas con placa de carbono. La mayoría va con Nike o Adidas, y en ese duelo encarnizado he de decir que se venden más las Nike”.
También Sifan Hassan
Este experto en zapatillas vende 35.000 pares al año, y ahora, en la era de la placa de carbono, se gira en su tienda junto a las colmenas de la avenida Donostiarra, en Madrid, mira el póster de Rod Dixon (el neozelandés que ganó el Maratón de Nueva York de 1983) y se pregunta cómo podía correr en menos de dos horas y nueve minutos con aquel calzado. “Ahora los corredores populares también sufrimos menos muscularmente, igual que los mejores”.
Pero más allá de las zapatillas, han llegado corredores fantásticos que han roto todas las reglas conocidas. Como Sifan Hassan, la neerlandesa que el domingo, también en Chicago, también con las Alphafly 3, batió el récord de Europa de maratón (2h 13m 44s) seis semanas después de ganar un par de medallas en el Mundial de Budapest en distancias muy inferiores (1.500m y 5.000m). “Ahí surge la gran pregunta: ¿cuánto influyen las zapatillas? Yo sé que influyen, pero no sé decir cuánto”, reflexiona Martín Berlanas, que recuerda que también se ha avanzado mucho en sistemas de entrenamiento o en la nutrición, tanto diaria como en la propia carrera.
Después del éxito de Kiptum, su entrenador, un desconocido ruandés llamado Gervais Hakizimana, desveló algunos de los entrenamientos de su atleta y llamó mucho la atención que durante tres semanas superó los 300 kilómetros. “Quizá sean demasiados, pero está claro que se va a convertir en una tendencia. Si lo hace el plusmarquista mundial, muchos irán detrás. Aunque, quién sabe, igual los fisioterapeutas están frotándose las manos”, avanza Berlanas.
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